En el trash vale todo, pero no todo es trash. Esta afirmación puede parecer confusa, pero es la mejor definición que encuentro para abarcar esta forma de ver el mundo que se ha estado viralizando rápidamente por las redes desde hace más o menos dos años.
Trash es una palabra inglesa cuyo significado es “destrozar algo” o “basura”, pero me quedo con éste último que es la que mejor define a este estilo. El trash, entendido como una forma de ver las cosas, a través de la estética, evoca constantemente temáticas como miedo, tristeza, depresión, música TRAP, “lo underground”, la violencia, la rebeldía, la muerte, las drogas, los cuales están muy presentes en las diferentes manifestaciones trash, las cuales se pueden encontrar principalmente en internet (que es el ámbito en que surge) y siempre vinculadas a jóvenes que se jactan de su depresión u odio al mundo y les gusta mostrarlo, lo cual no es ninguna novedad, dado que estos mismos sentimientos ya han sido puestos en juego en diferentes culturas pasadas como el punk o el beat.
Entre estas mencionadas manifestaciones se ven impregnados casi todos los campos del arte, como son la música, el arte visual en general (fotografía, ilustración, edición de videos), la moda e incluso la escritura.
Sin embargo, hay dos elementos que considero son los más novedosos que trae el trash en todas sus expresiones y que lo diferencian de cualquier concepción estética pasada: el primero es la ironía y el segundo es el consumismo como objeto de culto. Analizando el primero, la ironía, es algo más fácil de observar que de explicar; navegando en redes como Facebook o Instagram, podemos encontrarnos con páginas dedicadas al arte trash que nos muestran imágenes tales como:
Y así cientos de ejemplos más que luego veremos ilustrados más abajo. Pero lo importante es que cada imagen es independiente, muestra un contexto propio, sin embargo la ironía o la “burla” hacia quién la observa es un hilo que atraviesa a todas ellas.
El siguiente punto a analizar es el consumismo como objeto de culto; lo cual no requiere mayor esfuerzo de descubrir ya que con una simple ojeada a algunas imágenes o videos podemos encontrar marcas de productos usadas sin permiso de la empresa y logos muy conocidos distribuidos a diestra y siniestra. Por ejemplo: los logos de Adidas o Nike son los preferidos a la hora de intervenir dibujos, por lo que es muy común encontrar personajes de animes japoneses clásicos (Naruto, Dragon Ball Z, Bleach, etc.) a los que se les ha modificado digitalmente la vestimenta para que exhiban dichos logos como si estuvieran llevando la ropa de esas marcas. ¿Quién interviene estas imágenes? Cualquier artista gráfico con un poco de manejo de Photoshop o After Efects para el caso de videos. Y la intención de esto es simplemente adorar las marcas por el valor consumista que las mismas llevan impresas. Del mismo modo podemos encontrar selfies de usuarios donde se los ve vestidos con indumentaria Adidas, Nike, Supreme, etc. Cabe decir que en esto la cultura trash se diferencia mucho de los punk o de cualquier movimiento rebelde anti-sistema; dado que el trash pareciera por fin dignarse a “abrazar” al capitalismo y decir “sí, me gusta consumir, ¿y qué?”
Todo el arte visual trash intenta deliberadamente provocar una sensación de rechazo o burla. Nos obliga a replantearnos la muerte, el dolor, el sufrimiento emocional como algo puramente estético; “morir es cool”, “el odio queda bien”, “drogarse es sexy”, “el mundo es una mierda, bien, disfrutemos de esa mierda”.
Por último, hay que decir que el trash termina siendo una expresión de millennials para millennials, ya que incluso recupera elementos u objetos nostálgicos propios del año 2000 en adelante, tales como las cartas Yu-Gi-Oh, los animes japoneses emitidos por esos años como Pókemon o Digimon, la estética de las primeras versiones de la plataforma Windows, etc. (en este sentido podemos decir que el trash convive muchas veces con la estética “vaporwave”, o en todo caso, hace uso de ella).
Recuperemos, entonces, la afirmación inicial; “en el trash vale todo, pero no todo es trash”, claramente concebir un producto trash nos obliga a romper con los conceptos de “belleza” o “buen gusto” establecidos por La Academia de Bellas Artes o cualquier cosa que pueda hacer llamarse “institución”. Una selfie con tu mascota feliz no tiene nada de trash; sin embargo un perro muerto que encontraste en la calle y posaste junto a él para sacarle una foto es algo muy trash, y es hermoso porque yo lo digo. Esa es la actitud.
Por último les recomiendo que si quieren impregnarse de trash, considero que el mejor lugar que pueden visitar es el Instagram de la comunidad Trash Gang.
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Martín Lezcano
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Web de TRASH GANG: https://www.trash-gang.com/