"¿Cuál es la razón de que palabras como éstas me resulten tan torpes y tan frías? ¿Será que no hay palabra lo suficientemente tierna para describirte?”
En realidad, para describirlo no existe una sola palabra, de hecho, considero que luego de leerlo nada puede describirse con un único término. No sin recurrir a la idea de transformar y desintegrar el lenguaje. En su afán de desmenuzar lo simple para otorgarle una mirada diferente, James Joyce se propuso entrar en los libros de historia para lograr lo que muchos creerán imposible “vivir por siempre” (a través de sus escritos).
En su distintiva obra conocida como “Ulises” (1922) lo encontrarán en la cúspide de su razón de ser, en una epopeya moderna que transcurre a lo largo de un día. Con el característico flujo de conciencia de la época y el uso del lenguaje con el que se solía conectar los pensamientos de los personajes con sus vivencias. Ésta obra introspectiva que fue inspirada en los aires de Dublín, dónde el autor nació pero dejó de vivir por muchos años, es considerada académicamente como uno de los trabajos más complejos en la historia de la literatura. El simbolismo y la profundidad que dejó en aquellas páginas han trascendido en la literatura y revivido la esencia más pura de éste arduo escritor desde hace casi 100 años.
Quizás, si no fuera por su laberíntica forma de expresarse en el papel autores como Jorge Luis Borges no habrían sido los mismos. El juego con el idioma inglés que llegó a deconstruir con un amplio conocimiento de las reglas del lenguaje, lo llevaron a crear una peculiar obra que hasta estos días continúa siendo una de las piezas literarias universales que trae consigo complejidad en cada párrafo y exige al lector algo más que paciencia y dedicación.
Sin embargo, el libro por excelencia de James Joyce no es del gusto de todos, “Ulises” se trata de uno de esos libros que generan un vínculo “lector-obra” de amor u odio. Quién se de el espacio para conocer al autor, en cualquiera de sus escritos, podrá decidir por si mismo que tipo de sentimiento le genera. Porque hay quienes avanzan su lectura con placer y quienes la consideran un vil sufrimiento. A lo largo de estos años, JJ dió y da mucho de que hablar, fue y es actualmente; idolatrado y predilecto, también descartado y considerado simplemente un estilo, (O lo aman o lo odian).
Es necesario saber, si aún no ha leído ninguno de sus títulos, que sumergirse en las marañas textuales y epifanías Joyceanas requiere fundamentalmente tiempo y noción de que no será una lectura fácil, pero si no la abandona y logra liquidar hasta la última página, sabrá que agracia la experiencia literaria.
Quién quiera que haya sido James a lo largo de su existencia, criticado para bien o para mal (consecuencia de la vida misma), logró su prometido.